A veces, la solución a nuestros problemas está justo frente a nosotros, pero los viejos hábitos, al estar tan arraigados, terminan eligiéndonos a nosotros.
Al funcionar como una respuesta automática, se asemeja a un invitado que entra sin preguntar porque ya tiene la llave, y de repente, te lo encuentras ahí, sin que tú lo hayas decidido.
La clave no está en pelear con esos hábitos antiguos, sino en enfocarnos con cariño y paciencia en el hábito que queremos crear.
Con visión, voluntad y disciplina, podemos empezar a construir poco a poco una nueva realidad, llena de posibilidades y beneficios que, con el tiempo, nos harán sentir mayor paz, armonía y plenitud en nuestras vidas .
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